jueves, 14 de enero de 2010

UN PRESENTE GRIEGO, CON PENA Y SIN GLORIA

Escrito por Orlando Barone
Julio Cobos. Una mezcla inteligente del Profesor Jirafales y PeterSellers con algo de De la Rúa y del "Beau" Brummell, pero en laversión de Fidel Pintos.



Lo que históricamente se llama un presente griego, es decir un regaloque se te vuelve en contra, es Cobos. La culpa no es solo del regalo sino de quien lo recibió alegrementesin prever el inesperado torcimiento.
Y ahí está Cobos lo más orondo haciéndose pasar por un presidente paralelo.
No se pone una banda porque duda si el abuso de símbolos no sería unargumento para acusarlo de impostor. Legisladores tan demócratas, como los que en Honduras alentaron algolpista Micheletti, lo legitiman vocacional o imprudentemente;mientras a la presidenta la desdeñan.
De Julio Cleto Cobos se podrá decir opuestamente que es un traidor oun héroe; un conspirador o un estratega. Pero la distinción que más le sienta es la de mutante indefinido.
Su posición en el teatro del poder es la de un actor no protagónico,que en estado de narcisismo infundado, se salió de la letra paravedettizarse y que es bendecido por votantes mutantes.
Muchos de quienes votaron a la presidenta pero se arrepintieronenseguida y sin memoria ni remordimiento se pasaron al que quebró elacuerdo desde adentro.
Lo cierto es que Cobos es un vicepresidente en ejercicio de laapariencia, y en ejercicio de la deslealtad consentida por una extrañaética política. Su liderazgo no nace de la acción sino del deslizamiento. No surge de la frontalidad sino de lo furtivo. Quienes lo soban, con tal de apurar una deseada apropiación soncapaces de tratar de escriturarse para sí, una propiedad que es deotros. Es su modo de ayudar al gobierno y al diseño de una institucionalidad hipócrita. Una aquiescencia mediática lo acompaña como garante y socia interesada.
Si alguna vez Cobos fuera consagrado presidente porque la mayoría delos votantes lo eligiera, el retrato de la sociedad argentinaacumularía otra faceta a sus tantos comportamientos.
Cada pueblo tiene en su imaginario un modelo de presidente.
Lo lógico es que el pueblo de los pigmeos elija un pigmeo y el pueblode los gigantes, un gigante.
Con igual lógica un pueblo de mutantes continuos elegiría a un mutanteque no pudiera contener su mutación incesante. Como Cobos.
¿Con qué antecedentes de lealtad, sinceridad y honradez asumiría?
Imagino a sus votantes mutantes en la permanente duda acerca de sunaturaleza no positiva y no afirmativa; no caliente ni fría.
Sin gloria y con pena siempre habrá candidatos a presidente.

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