Por Rubén Dri *
Mientras Elisa Carrió vuelve de Punta del Este, acusa al Gobierno de“abuso de autoridad” y le recomienda a Redrado hacer caso omiso de lamedida ordenada por el Gobierno, Pino Solanas amenaza con una“querella penal” contra la Presidenta y todos sus ministros, MauricioMacri y Federico Pinedo hacen otro tanto denunciando que “el mensajeque se está dando a todo el planeta es que éste es un país sin leyes”,Carlos Reutemann clama por la preservación de las instituciones,Ernesto Sanz reclama un pronunciamiento del Poder Judicial.
Cualquier argentino mínimamente informado sobre la historia del paísno puede menos que haber pensado en la “unión democrática” que habíaentrado en escena el 3 de diciembre del año pasado. Pero hay otrosingredientes que le dan un sabor picante. Gerardo Morales se pone comoel defensor del salario de los trabajadores, lo cual puede serconsiderado como el chiste del siglo y Julio Cobos –¡hic Rhodus, hicsaltus!–, igual que Carrió, vuelve urgentemente de vacaciones para“brindar las respuestas que correspondan institucionalmente”.
Defensa de las instituciones y calidad institucional constituyenmuletillas de quienes no pierden oportunidad, porque toda ocasión esbuena para un brindis, en desgastar al Gobierno y su capacidad dellevar adelante la gestión para la que fue elegido. Se reproduce elconflicto que ya conocemos. Precisamente un dirigente ruralista vuelvea aclararnos lo que ya nos dijera Eduardo Buzzi: “La Sociedad Rural yCRA juegan a desgastar al Gobierno en el largo plazo”.
Mientras esto sucede en nuestro país, en Honduras se ha producido ungolpe de Estado para defender las instituciones y en Paraguay se estáen vías de hacer algo parecido. Hillary Clinton ha dicho que “debemosutilizar lo que se ha llamado el ‘smart power’, el rango completo deherramientas que están a nuestra disposición, diplomáticas,económicas, militares, políticas, legales y culturales”.
Los casos de Cobos y Redrado, aunque no son iguales, presentan, sinembargo, características semejantes. En ambos casos se pretende quequien ejerce una función política lo hace a nivel personal, y norespondiendo a un proyecto político que necesariamente es colectivo, ydepende en un régimen presidencial, de la política fijada por laPresidencia.
Cobos llega a la vicepresidencia por el voto popular, pero este votoestuvo dirigido a un proyecto político. En la medida en que no sólo hadejado de compartirlo, sino que se transforma en cabeza de laoposición, debe renunciar. No hacerlo y seguir hablando de defensainstitucional es pura hipocresía. Como lo insinuaron Mariano Grondonay Hugo Biolcati en amigable conversación, Cobos está allí esperandoque la manzana le caiga en las manos, mientras la oposición sacude elmanzano con todas sus fuerzas.
En el caso de Redrado, en cambio, su designación como presidente delBanco Central no provino del voto sino del poder político. En lamedida en que deja de responder al proyecto político por el cual fuedesignado, no le quedaba otra que renunciar. Lo contrario es destruirla concepción misma de lo político, transformándola en una cuestiónpersonal, como ha hecho Cobos, que antepone una pretendida cuestión deconciencia sobre el proyecto político.
* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Buenos Aires (UBA).
Mientras Elisa Carrió vuelve de Punta del Este, acusa al Gobierno de“abuso de autoridad” y le recomienda a Redrado hacer caso omiso de lamedida ordenada por el Gobierno, Pino Solanas amenaza con una“querella penal” contra la Presidenta y todos sus ministros, MauricioMacri y Federico Pinedo hacen otro tanto denunciando que “el mensajeque se está dando a todo el planeta es que éste es un país sin leyes”,Carlos Reutemann clama por la preservación de las instituciones,Ernesto Sanz reclama un pronunciamiento del Poder Judicial.
Cualquier argentino mínimamente informado sobre la historia del paísno puede menos que haber pensado en la “unión democrática” que habíaentrado en escena el 3 de diciembre del año pasado. Pero hay otrosingredientes que le dan un sabor picante. Gerardo Morales se pone comoel defensor del salario de los trabajadores, lo cual puede serconsiderado como el chiste del siglo y Julio Cobos –¡hic Rhodus, hicsaltus!–, igual que Carrió, vuelve urgentemente de vacaciones para“brindar las respuestas que correspondan institucionalmente”.
Defensa de las instituciones y calidad institucional constituyenmuletillas de quienes no pierden oportunidad, porque toda ocasión esbuena para un brindis, en desgastar al Gobierno y su capacidad dellevar adelante la gestión para la que fue elegido. Se reproduce elconflicto que ya conocemos. Precisamente un dirigente ruralista vuelvea aclararnos lo que ya nos dijera Eduardo Buzzi: “La Sociedad Rural yCRA juegan a desgastar al Gobierno en el largo plazo”.
Mientras esto sucede en nuestro país, en Honduras se ha producido ungolpe de Estado para defender las instituciones y en Paraguay se estáen vías de hacer algo parecido. Hillary Clinton ha dicho que “debemosutilizar lo que se ha llamado el ‘smart power’, el rango completo deherramientas que están a nuestra disposición, diplomáticas,económicas, militares, políticas, legales y culturales”.
Los casos de Cobos y Redrado, aunque no son iguales, presentan, sinembargo, características semejantes. En ambos casos se pretende quequien ejerce una función política lo hace a nivel personal, y norespondiendo a un proyecto político que necesariamente es colectivo, ydepende en un régimen presidencial, de la política fijada por laPresidencia.
Cobos llega a la vicepresidencia por el voto popular, pero este votoestuvo dirigido a un proyecto político. En la medida en que no sólo hadejado de compartirlo, sino que se transforma en cabeza de laoposición, debe renunciar. No hacerlo y seguir hablando de defensainstitucional es pura hipocresía. Como lo insinuaron Mariano Grondonay Hugo Biolcati en amigable conversación, Cobos está allí esperandoque la manzana le caiga en las manos, mientras la oposición sacude elmanzano con todas sus fuerzas.
En el caso de Redrado, en cambio, su designación como presidente delBanco Central no provino del voto sino del poder político. En lamedida en que deja de responder al proyecto político por el cual fuedesignado, no le quedaba otra que renunciar. Lo contrario es destruirla concepción misma de lo político, transformándola en una cuestiónpersonal, como ha hecho Cobos, que antepone una pretendida cuestión deconciencia sobre el proyecto político.
* Filósofo, profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Buenos Aires (UBA).
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