por CESAR HILDEBRANDT
Para entender al gobierno de Chile -a este y a los que vengan porque Chile sí tiene visiones de largo plazo- hay que entender a sus fuerzas armadas.
Y para entender a sus fuerzas armadas hay que llegar al núcleo duro de su doctrina.
Esa doctrina tiene muchas expresiones desde que Diego Portales construyera la Constitución de 1833.
Y una de esas expresiones -quizá la de mayor influencia- es la que Augusto Pinochet Ugarte vertió en su libro “Geopolítica”.
Leamos a Pinochet (me remito a la segunda edición de ese libro, de Andrés Bello Editores, 1974):
“Existen además numerosos principios o leyes con respecto a la modalidad en la expansión de los Estados; así tenemos algunos como:
-Ley del menor esfuerzo: El autor de esta ley es Otto Maull, quien expresó que la expansión de los Estados se materializa en dirección hacia las líneas de menor resistencia, tanto física como demográfica, que presentan los Estados vecinos.
-Ley de la oportunidad: Se realiza en cuanto a tiempo, es decir aprovechando los momentos políticamente favorables, como sucede cuando el Estado vecino o el por agredir se encuentra débil (internamente débil).
-Ley de los espacios. Los Estados de área pequeña, cuyos pueblos posean una vitalidad grande, tienden a dilatar el espacio de que disponen inicialmente...”
Más adelante, hablando de las llamadas “leyes de Ratzel” –Friedrich Ratzel, teórico alemán creador del concepto “espacio vital”-, Pinochet abunda con absoluta sinceridad:
“También se aumenta el espacio cuando la solidez cultural de un Estado ingresa a otro de menor capacidad, pasando a constituir el segundo un granero del primero. Porque, en este caso, el Estado inferior normalmente abre sus puertas y sus mercados, estableciéndose un intercambio intenso con ventajas lógicas para el Estado de mayor capacidad cultural por cuanto será él quien aprovechará las fuentes de materias primas (explotación) y entregará, en cambio, sus productos elaborados (distribución)...”
Pinochet, que toma al pie de la letra la definición que de la palabra Estado hizo el acuñador del concepto de la geopolítica, el sueco Rudolf Kjellen (“organismo biológico”, “ser vital supra individual”),parafrasea la llamada quinta ley de la expansión de los Estados –según Ratzel- con estas palabras:
“En su crecimiento y expansión, el Estado tiende a incluir secciones políticamente valiosas: líneas de costas, cuencas de ríos, llanuras y regiones ricas en recursos”.
No olvidemos que cuando escribió este libro (1968) Pinochet era coronel, especialista en Estado Mayor y profesor de Geopolítica de la Academia de Guerra del Ejército de Chile. No podía imaginar siquiera que algún día encabezaría uno de los golpes de Estado más cruentos de Latinoamérica y de allí, probablemente, la transparencia casi conmovedora con la que se refiere a “los Estados vivos” -una constante alusión tácita a la vitalidad del Chile del siglo XIX-.
“Todo Estado que incrementa su poderío siente la necesidad de extenderse”, escribe en la página 222.
Y por si alguien dudara, sermonea:
“La expansión de los Estados conduce fatalmente a un conflicto que sólo puede solucionarse en dos formas: 1) Por mutua y pacífica integración; o Por subordinación de un Estado a otro, lo que puede suceder de una forma pacífica o por las armas...Todo Estado debe vivir preparado para cualquiera de estas eventualidades”.
A pesar de lo palurdo que pudo parecer para la mayoría, Pinochet siempre fue considerado, por sus compañeros de armas, un intelectual y un referente. Su libro sobre Tarapacá -“La Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá”- es uno de los mejores y más exhaustivos estudios sobre ese capítulo decisivo de la guerra que Chile ganara.
Y sus teorías sobre geopolítica continúan impartiéndose en las escuelas castrenses de Chile.
De modo que estas citas no son las de un general exaltado ni periférico: son parte de una esencia doctrinaria que el ejército de Chile fraguó desde los comienzos de la República.
Es posible, entonces, que la política más agresiva de Chile en relación al Perú proceda directamente de los cuarteles. Y que la Concertación -traumatizada con el recuerdo de 1973- no tenga otro remedio que marchar con el paso de ganso que le marcan los uniformados. Triste papel el del “socialismo” posmoderno.
Ministros patéticos en su pro chilenismo, periodistas que parecen cónsules de Santiago -la señora Rosa María Palacios, por ejemplo-,harían bien en leer a Pinochet. Leerían, al fin de cuentas, al padre tutelar de ese modelo económico impuesto a sangre y fuego que tantol es fascina.
Y para entender a sus fuerzas armadas hay que llegar al núcleo duro de su doctrina.
Esa doctrina tiene muchas expresiones desde que Diego Portales construyera la Constitución de 1833.
Y una de esas expresiones -quizá la de mayor influencia- es la que Augusto Pinochet Ugarte vertió en su libro “Geopolítica”.
Leamos a Pinochet (me remito a la segunda edición de ese libro, de Andrés Bello Editores, 1974):
“Existen además numerosos principios o leyes con respecto a la modalidad en la expansión de los Estados; así tenemos algunos como:
-Ley del menor esfuerzo: El autor de esta ley es Otto Maull, quien expresó que la expansión de los Estados se materializa en dirección hacia las líneas de menor resistencia, tanto física como demográfica, que presentan los Estados vecinos.
-Ley de la oportunidad: Se realiza en cuanto a tiempo, es decir aprovechando los momentos políticamente favorables, como sucede cuando el Estado vecino o el por agredir se encuentra débil (internamente débil).
-Ley de los espacios. Los Estados de área pequeña, cuyos pueblos posean una vitalidad grande, tienden a dilatar el espacio de que disponen inicialmente...”
Más adelante, hablando de las llamadas “leyes de Ratzel” –Friedrich Ratzel, teórico alemán creador del concepto “espacio vital”-, Pinochet abunda con absoluta sinceridad:
“También se aumenta el espacio cuando la solidez cultural de un Estado ingresa a otro de menor capacidad, pasando a constituir el segundo un granero del primero. Porque, en este caso, el Estado inferior normalmente abre sus puertas y sus mercados, estableciéndose un intercambio intenso con ventajas lógicas para el Estado de mayor capacidad cultural por cuanto será él quien aprovechará las fuentes de materias primas (explotación) y entregará, en cambio, sus productos elaborados (distribución)...”
Pinochet, que toma al pie de la letra la definición que de la palabra Estado hizo el acuñador del concepto de la geopolítica, el sueco Rudolf Kjellen (“organismo biológico”, “ser vital supra individual”),parafrasea la llamada quinta ley de la expansión de los Estados –según Ratzel- con estas palabras:
“En su crecimiento y expansión, el Estado tiende a incluir secciones políticamente valiosas: líneas de costas, cuencas de ríos, llanuras y regiones ricas en recursos”.
No olvidemos que cuando escribió este libro (1968) Pinochet era coronel, especialista en Estado Mayor y profesor de Geopolítica de la Academia de Guerra del Ejército de Chile. No podía imaginar siquiera que algún día encabezaría uno de los golpes de Estado más cruentos de Latinoamérica y de allí, probablemente, la transparencia casi conmovedora con la que se refiere a “los Estados vivos” -una constante alusión tácita a la vitalidad del Chile del siglo XIX-.
“Todo Estado que incrementa su poderío siente la necesidad de extenderse”, escribe en la página 222.
Y por si alguien dudara, sermonea:
“La expansión de los Estados conduce fatalmente a un conflicto que sólo puede solucionarse en dos formas: 1) Por mutua y pacífica integración; o Por subordinación de un Estado a otro, lo que puede suceder de una forma pacífica o por las armas...Todo Estado debe vivir preparado para cualquiera de estas eventualidades”.
A pesar de lo palurdo que pudo parecer para la mayoría, Pinochet siempre fue considerado, por sus compañeros de armas, un intelectual y un referente. Su libro sobre Tarapacá -“La Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá”- es uno de los mejores y más exhaustivos estudios sobre ese capítulo decisivo de la guerra que Chile ganara.
Y sus teorías sobre geopolítica continúan impartiéndose en las escuelas castrenses de Chile.
De modo que estas citas no son las de un general exaltado ni periférico: son parte de una esencia doctrinaria que el ejército de Chile fraguó desde los comienzos de la República.
Es posible, entonces, que la política más agresiva de Chile en relación al Perú proceda directamente de los cuarteles. Y que la Concertación -traumatizada con el recuerdo de 1973- no tenga otro remedio que marchar con el paso de ganso que le marcan los uniformados. Triste papel el del “socialismo” posmoderno.
Ministros patéticos en su pro chilenismo, periodistas que parecen cónsules de Santiago -la señora Rosa María Palacios, por ejemplo-,harían bien en leer a Pinochet. Leerían, al fin de cuentas, al padre tutelar de ese modelo económico impuesto a sangre y fuego que tantol es fascina.
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