Por Jorge Giles
El decreto presidencial puso las cosas en su lugar y Redrado se tiene que ir por la puerta de atrás.
La medida muestra decisión, voluntad política y responsabilidad constitucional.
¿Tenían dudas de ello los que pergeñaron esta chirinada?
El diccionario enseña que “chirinada” significa una asonada inútil, un motín frustrado.
El fallido alzamiento de Redrado y la cadena monopólica, atrincherados en el Banco Central, demuestran la fortaleza del gobierno nacional.
Imagínese si esto hubiese pasado en otro momento político. Crisis y caída vertical de la gobernabilidad, como mínimo.
Fue una nueva versión del regreso de los “muertos vivos” del neoliberalismo.
Mírelos pasar por la pantalla de su televisor, pero siempre tenga la memoria a mano.
Los que fundieron al país, ahora vuelven cual filósofos griegos y probos hombres de economía a dar cátedras sobre el valor de la moneda y la defensa de las reservas.
Son hijos y enteados de la escuela de Martínez de Hoz y Cavallo.
Son los neoliberales de viejo y nuevo cuño.
Deambulan por los estudios del monopolio mediático, los ex menemistas y antiguos y renovados lenguaraces de la Alianza de De la Rúa que dejaron prácticamente vacías las arcas del Banco Central cuando fugaron en helicóptero en diciembre de 2001.
Hablan con una solvencia de gansos, sin el más mínimo pudor por los daños que produjeron a la sociedad argentina.
¿Qué dicen?
“Que las reservas no se tocan”, “que Redrado debe quedarse”, “que la oposición lo apoya”, que bla-bla-bla…
No es que mientan, solamente.
Están defendiendo, por sobre todo, los intereses políticos que representan.
Estamos viviendo un capítulo crucial en el avance y profundización del modelo de desarrollo económico con inclusión social. Esa es la cuestión principal.
El Fondo del Bicentenario es sólo un disparador.
Y los viejos intereses de la derecha nativa, resisten como pueden.
Lo hicieron con Cobos en el tratamiento de la resolución 125 y ahora con Redrado con la excusa de “cuidar” las reservas monetarias.
En esta columna siempre decimos que pretendemos aportar a unir conceptualmente lo que el poder económico y mediático busca desunir, fragmentar, atomizar con sus titulares y editoriales.
En el caso que nos ocupa, insistimos en la necesidad de entender que este tramo de la historia se debe valorar en su totalidad y no por segmentos disociados malintencionadamente.
Así se entiende que el crecimiento de las reservas en apenas 6 años, de 8 mil a 48.000 millones de dólares, es una parte de la política económica, social y laboral del gobierno. Que crezcan las reservas no es fruto de la pericia monetarista de un funcionario aislado, sino de un país que es gobernado por un modelo que se asienta en la recuperación del empleo, en la mayor inclusión social, en la soberanía ejercida en su política internacional, en sus políticas contra cíclicas que permitieron enfrentar solventemente la mayor crisis internacional de la historia.
Las reservas sirven, en este marco, como base para defender el valor de la moneda pero principalmente, para defender y estimular el modelo de desarrollo de un país justo.
La posición contraria es la que hoy sostienen los que defienden fanatizada y antidemocráticamente a Redrado y la endiosada “independencia” del Central.
Esa posición nace con el fundamentalismo neoliberal en los noventa.
Al avanzar el modelo que preside Cristina Fernández de Kirchner, lógicamente va encontrando resistencias.
Pareciera que pasa a la ofensiva, pero en verdad el neoliberalismo está resistiendo. Con la inmoral ayuda de una falsa progresía.
Hay que salir por todos los rincones de la patria a decir estas cosas, a reafirmar que el único fanatismo que le cabe a un ciudadano de bienes el de la defensa del empleo, de la salud, de la educación, de la producción, del consumo interno, de la justicia social.
Hay que dar la batalla cultural y democrática hasta las últimas consecuencias.
Es un buen momento para hacerlo, conocernos mejor y elegir de qué lado se está.
La medida muestra decisión, voluntad política y responsabilidad constitucional.
¿Tenían dudas de ello los que pergeñaron esta chirinada?
El diccionario enseña que “chirinada” significa una asonada inútil, un motín frustrado.
El fallido alzamiento de Redrado y la cadena monopólica, atrincherados en el Banco Central, demuestran la fortaleza del gobierno nacional.
Imagínese si esto hubiese pasado en otro momento político. Crisis y caída vertical de la gobernabilidad, como mínimo.
Fue una nueva versión del regreso de los “muertos vivos” del neoliberalismo.
Mírelos pasar por la pantalla de su televisor, pero siempre tenga la memoria a mano.
Los que fundieron al país, ahora vuelven cual filósofos griegos y probos hombres de economía a dar cátedras sobre el valor de la moneda y la defensa de las reservas.
Son hijos y enteados de la escuela de Martínez de Hoz y Cavallo.
Son los neoliberales de viejo y nuevo cuño.
Deambulan por los estudios del monopolio mediático, los ex menemistas y antiguos y renovados lenguaraces de la Alianza de De la Rúa que dejaron prácticamente vacías las arcas del Banco Central cuando fugaron en helicóptero en diciembre de 2001.
Hablan con una solvencia de gansos, sin el más mínimo pudor por los daños que produjeron a la sociedad argentina.
¿Qué dicen?
“Que las reservas no se tocan”, “que Redrado debe quedarse”, “que la oposición lo apoya”, que bla-bla-bla…
No es que mientan, solamente.
Están defendiendo, por sobre todo, los intereses políticos que representan.
Estamos viviendo un capítulo crucial en el avance y profundización del modelo de desarrollo económico con inclusión social. Esa es la cuestión principal.
El Fondo del Bicentenario es sólo un disparador.
Y los viejos intereses de la derecha nativa, resisten como pueden.
Lo hicieron con Cobos en el tratamiento de la resolución 125 y ahora con Redrado con la excusa de “cuidar” las reservas monetarias.
En esta columna siempre decimos que pretendemos aportar a unir conceptualmente lo que el poder económico y mediático busca desunir, fragmentar, atomizar con sus titulares y editoriales.
En el caso que nos ocupa, insistimos en la necesidad de entender que este tramo de la historia se debe valorar en su totalidad y no por segmentos disociados malintencionadamente.
Así se entiende que el crecimiento de las reservas en apenas 6 años, de 8 mil a 48.000 millones de dólares, es una parte de la política económica, social y laboral del gobierno. Que crezcan las reservas no es fruto de la pericia monetarista de un funcionario aislado, sino de un país que es gobernado por un modelo que se asienta en la recuperación del empleo, en la mayor inclusión social, en la soberanía ejercida en su política internacional, en sus políticas contra cíclicas que permitieron enfrentar solventemente la mayor crisis internacional de la historia.
Las reservas sirven, en este marco, como base para defender el valor de la moneda pero principalmente, para defender y estimular el modelo de desarrollo de un país justo.
La posición contraria es la que hoy sostienen los que defienden fanatizada y antidemocráticamente a Redrado y la endiosada “independencia” del Central.
Esa posición nace con el fundamentalismo neoliberal en los noventa.
Al avanzar el modelo que preside Cristina Fernández de Kirchner, lógicamente va encontrando resistencias.
Pareciera que pasa a la ofensiva, pero en verdad el neoliberalismo está resistiendo. Con la inmoral ayuda de una falsa progresía.
Hay que salir por todos los rincones de la patria a decir estas cosas, a reafirmar que el único fanatismo que le cabe a un ciudadano de bienes el de la defensa del empleo, de la salud, de la educación, de la producción, del consumo interno, de la justicia social.
Hay que dar la batalla cultural y democrática hasta las últimas consecuencias.
Es un buen momento para hacerlo, conocernos mejor y elegir de qué lado se está.
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